Oímos mucho hoy en día sobre el vivir en el ahora, se le considera una habilidad mística o algo por el estilo, cuando en realidad es una práctica que te aleja de la preocupación, de la presión y del miedo, vivir en el momento presente sin encerrarte en la visión de túnel de las metas por cumplir y los objetivos a obtener, te permite vivir más atento a lo que sucede a tu alrededor y que en realidad son los mensajes sincrónicos que pueden guiar tu vida a nuevas alturas.
Acometer cada día lleno de esperanza pero sin expectativas es una manera de vivir en el ahora, liberarte de las obligaciones impuestas por tu necesidad de generar resultados inmediatos, hacer lo que el día te pide sin ir más allá de ello con la mente, disfrutar y vivir plenamente lo que te traiga, tanto bueno como aparentemente negativo, porque todo forma parte de la existencia, todo desde el punto de vista de una visión elevada tiene un propósito, un propósito que en toda circunstancia, así no lo parezca, es positivo, enriquecedor y una herramienta de evolución y progreso.
Ver la vida desde esta perspectiva te alivia, yo lo creo firmemente, al liberar la actividad diaria de presiones te liberas a ti mismo, la existencia se aligera, la carga se alivia y fluyes libremente con el tiempo sin otra meta que vivir lo que la vida te ofrece, esto no significa que abandones tus objetivos o que te conviertas en un soñador sin piso, todo lo contrario, una intención manifestada con fe y confianza en el orden divino que rige el universo es un mandato, lo que convierte esas metas y objetivos en una camisa de fuerza para tu energía es tu deseo de controlar lo que sucede y de manejar la vida a tu antojo, la vida sólo puede ser manejada cuando se simplifica a tal grado que ya no puedes ver en ella sino lo que tú has concebido, conviertes el milagro de la existencia en un libreto particular que no permite la manifestación de la enorme diversidad que existe afuera de tus limites y eso es justamente lo que haces: te limitas, te encierras en tus creencias y no ves nada más, renuncias al privilegio de gozar y disfrutar lo que la vida te ofrece a cada paso, no tu vida sino la mágica vida que se desenvuelve afuera de tus barreras, la existencia plena de milagros y sorpresas que sólo estarán disponibles para ti si abres los ojos y miras.
He descubierto que sentir la obligación de cumplir con ciertos requisitos diarios de actividad, de logros o tareas, limita al máximo mi creatividad, me encierra en unos parámetros que me roban el disfrute del caos de la existencia, termino el día con la certeza de haber tachado todas las tareas de la agenda pero sin la sensación del deber cumplido, porque mi deber era otro, en mi afán por cumplir me olvide de apreciar y disfrutar lo que este día me trajo y camine ciega, sorda e insensible por las horas que se me regalaron, sin embargo cuando acometo el día con apertura, sin un horario, simplemente dejándome llevar por cada instante con la mirada asombrada ante cada uno de ellos, al llegar la noche me siento muy feliz, viví mi día como debería ser: abierta, sensible, asombrada, expectante y dichosa, mi día fue mucho más productivo en términos de creatividad, aprendizaje, relaciones, disfrute y oportunidades, porque lo viví atenta, porque recibí los mensajes de la naturaleza, de las personas con las que hablé, de los libros o artículos que leí, porque me dejé guiar y recorrí confiada el camino perfecto que la vida había trazado para mí en esta jornada.
Lo que si me queda claro es que hice lo que la vida me pidió sin intentar controlar nada en absoluto, me solté, me disolví con la existencia y viviendo deposité mis intenciones en ese océano infinito de posibilidades que sólo la alegría de existir puede activar en mi favor.
Acometer cada día lleno de esperanza pero sin expectativas es una manera de vivir en el ahora, liberarte de las obligaciones impuestas por tu necesidad de generar resultados inmediatos, hacer lo que el día te pide sin ir más allá de ello con la mente, disfrutar y vivir plenamente lo que te traiga, tanto bueno como aparentemente negativo, porque todo forma parte de la existencia, todo desde el punto de vista de una visión elevada tiene un propósito, un propósito que en toda circunstancia, así no lo parezca, es positivo, enriquecedor y una herramienta de evolución y progreso.
Ver la vida desde esta perspectiva te alivia, yo lo creo firmemente, al liberar la actividad diaria de presiones te liberas a ti mismo, la existencia se aligera, la carga se alivia y fluyes libremente con el tiempo sin otra meta que vivir lo que la vida te ofrece, esto no significa que abandones tus objetivos o que te conviertas en un soñador sin piso, todo lo contrario, una intención manifestada con fe y confianza en el orden divino que rige el universo es un mandato, lo que convierte esas metas y objetivos en una camisa de fuerza para tu energía es tu deseo de controlar lo que sucede y de manejar la vida a tu antojo, la vida sólo puede ser manejada cuando se simplifica a tal grado que ya no puedes ver en ella sino lo que tú has concebido, conviertes el milagro de la existencia en un libreto particular que no permite la manifestación de la enorme diversidad que existe afuera de tus limites y eso es justamente lo que haces: te limitas, te encierras en tus creencias y no ves nada más, renuncias al privilegio de gozar y disfrutar lo que la vida te ofrece a cada paso, no tu vida sino la mágica vida que se desenvuelve afuera de tus barreras, la existencia plena de milagros y sorpresas que sólo estarán disponibles para ti si abres los ojos y miras.
He descubierto que sentir la obligación de cumplir con ciertos requisitos diarios de actividad, de logros o tareas, limita al máximo mi creatividad, me encierra en unos parámetros que me roban el disfrute del caos de la existencia, termino el día con la certeza de haber tachado todas las tareas de la agenda pero sin la sensación del deber cumplido, porque mi deber era otro, en mi afán por cumplir me olvide de apreciar y disfrutar lo que este día me trajo y camine ciega, sorda e insensible por las horas que se me regalaron, sin embargo cuando acometo el día con apertura, sin un horario, simplemente dejándome llevar por cada instante con la mirada asombrada ante cada uno de ellos, al llegar la noche me siento muy feliz, viví mi día como debería ser: abierta, sensible, asombrada, expectante y dichosa, mi día fue mucho más productivo en términos de creatividad, aprendizaje, relaciones, disfrute y oportunidades, porque lo viví atenta, porque recibí los mensajes de la naturaleza, de las personas con las que hablé, de los libros o artículos que leí, porque me dejé guiar y recorrí confiada el camino perfecto que la vida había trazado para mí en esta jornada.
Lo que si me queda claro es que hice lo que la vida me pidió sin intentar controlar nada en absoluto, me solté, me disolví con la existencia y viviendo deposité mis intenciones en ese océano infinito de posibilidades que sólo la alegría de existir puede activar en mi favor.