30/7/09

CREENCIA


Todos los pensamientos implantados en tu mente y todos los paradigmas que has venido acumulando a través de tu experiencia vital, esas son las creencias en las cuales has depositado tu fe.
Esos conceptos que aceptas sin ponerlos en duda y sin cuestionar su lógica, simplemente los has recibido y acogido como propios, sin detenerte a analizar su contenido y ver si encierran verdades que puedes aceptar o mentiras que se te han impuesto.
Convenciones sociales, modelos de conducta, parámetros morales, enseñanzas religiosas, prejuicios y normas por los cuales riges tu vida y tu actuar, que no provienen de ti, pensamientos ajenos que has asumido como propios y acatas sin poner en duda su legitimidad.
Cuando comienzas a explorar dentro de ti, es cuando te das cuenta de cuantas cosas absurdas has permitido que controlen tu pensamiento y tu actuación, cuando entras en contacto con la verdad que yace en ti empiezas a cuestionarlo todo, no es una actitud rebelde ni crítica, sino más bien un proceso de limpieza, pones en orden tu mente, ves todo desde una óptica diferente, dejas poco a poco de calificarlo basado en esas creencias, simplemente porque dejas de aceptarlas como tuyas y reconoces que vienen de afuera, que no resuenan contigo y que son simplemente mentiras que aceptaste en un estado de conciencia diferente y que ya no necesitas para regir tu existencia.
Descubres a través de la experiencia de ti mismo, cuan descabelladas son algunas de ellas, otras tal vez sean aceptadas o depuradas hasta llegar a su esencia verdadera, son tantas y cobijan tantos aspectos que la labor a emprender es ciertamente dispendiosa, creencias que te dicen como debería actuar un hombre o una mujer, que te imponen una imagen errada de Dios, que te atan al pecado y a la culpa, que te indican como tratar a los demás, creencias que anulan el valor, la bondad, la belleza y la sabiduría, que separan y dividen lo que no puede ser dividido.
La fe es una sola y puedes depositarla en lo que quieras, no careces de fe lo que sucede es que la pones en lo que no es real, ocultas la verdad detrás de tantas mentiras aceptadas y asumidas, que terminas olvidándola.
Cualquier creencia que te ate al sufrimiento, limite tu libertad, robe tu autonomía o te haga sentir pequeño, desvalido y necesitado; que te hable de penas, sacrificios y castigos, te pida renunciar a algo o te haga sentir temor; que te obligue a discriminar, juzgar, condenar o castigar a los demás, que fomente en ti la necesidad de luchar, competir, sufrir y padecer, es una mentira que tu has creído.
Deposita tu fe en la verdad que surge de tu interior y que no tiene opuestos, una verdad que te habla de amor, dicha y paz, que no te pide nada, que te habla del maravilloso ser que Eres y te inunda con la certeza del Amor Divino que solo anhela tu felicidad, una verdad que cuando la escuchas no puede ser cuestionada porque surge de una fuente fidedigna que solo te ofrece plenitud, que no te separa de Dios ni de tus hermanos y reconoce tu derecho a ser libre y feliz.

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