30/7/09

DEUDA

La deuda es la marca de un mundo donde nada es gratis, desde que naces estás endeudado, debes pagar por pecados ajenos o de vidas anteriores que no recuerdas: pecados originales, culpas generacionales y karmas.
Y desde entonces comienza a crecer tu saldo en rojo, ya le debes a tu madre la vida y a tu padre lo que a él le corresponde, luego la deuda aumenta con los sacrificios hechos para mantenerte y educarte, sigue sumando…
¿Es una deuda? Pues así parece y como debemos tanto, desde tan corta edad, pues necesitamos también cobrar lo que damos para así reducir el saldo negativo.
Todo es un intercambio, el dar cualquier sentimiento, gesto, favor o cosa genera de inmediato una cuenta de cobro, te doy amor, me debes fidelidad; te doy confianza, me debes lealtad; me has ofendido, debes pagar por mi dolor; siempre estás en deuda con alguien y alguien está en deuda contigo.
Y lo que es peor, también con Dios, creemos que El lleva un libro en el cual registra en una columna las buenas acciones y en otra las malas, nos paga por unas y nos cobra por las otras y nos parece que el saldo siempre está en rojo, ¡hasta con Dios estamos endeudados!
Y es el más estricto acreedor, anota una a una nuestras faltas, sin omitir ninguna, las bendiciones que recibimos son el pago por nuestros aciertos y debemos sufrir para pagar por nuestros “pecados”, por supuesto hay deudas impagables en este mundo, las pagaremos después de morir, en el infierno o en el purgatorio, porque dios es misericordioso, nos hace una rebaja en la deuda y en lugar de condenarnos eternamente nos hace padecer un tiempo hasta que su sed de venganza quede satisfecha.
¿Suena absurdo? ¡Lo es! y sin embargo es lo que crees, lo que te han enseñado y has asumido como cierto: el temor a Dios, el círculo vicioso de ofensa y castigo, el constante intercambio de favores por deudas, el miedo a dar y a recibir, la eterna condena por tus errores tan humanos.
Ese es el mundo que aceptamos como civilizado y el dios al cual tememos; todo en este mundo está regido por esta ley: “pecado” por castigo y favor por deuda, esto nos mantiene atados al miedo y a la idea de que le debemos algo al mundo y que él a su vez nos debe algo.
Todo lo que emprendes, lo que haces y lo que das está sujeto a una contabilidad tratando de que la balanza del sacrificio, del amor, del dolor o de la alegría, no se incline a tu favor o en tu contra, que lo que des no sea más de lo que recibes, y lo más curioso, es que también funciona al contrario: que lo que recibes no sea más de lo que das, para no quedar en deuda con nadie.
Rompe el esquema, comienza a dar y no cobres por ello, recibe lo que con tanto amor se te ofrece y págalo con una actitud alegre, no hagas nada obligación sino porque te nace, perdona tus deudas pues eres tu peor acreedor y no caigas en la tentación de concebir un dios vengativo y cruel, así te librarás del mal que crees merecer y tu deuda quedará saldada para siempre.

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