30/7/09

EDUCAR


La educación, tal como la concebimos, se reduce a transferir conocimiento, códigos, normas, métodos y doctrina, de unos a otros.
Toda obra en sus inicios requiere de cimientos que le den estructura, del mismo modo, el ser humano desde su concepción va formando las bases de si mismo; a través de los procesos de gestación, nacimiento y desarrollo es que estos cimientos se fortalecen o se debilitan.
Nacemos llenos de coraje, imaginación y osadía, ceñidos a principios naturales al igual que toda especie viviente, si pudiéramos conservar intacta esa mentalidad y si nadie nos dijera hasta donde se supone que podemos llegar, desarrollaríamos nuestro potencial de una forma inimaginable, sin embargo, desde que nacemos comienza la transferencia de conocimientos, limites y creencias que nos niegan la posibilidad de seguir un curso natural de crecimiento a todo nivel.
La educación ideal debería basarse en la experiencia y no en la transferencia, el niño solo puede aprender a ser conciente de su cuerpo, de su mente y de su espíritu por medio de la comprobación, educar realmente es promover en él una actitud positiva y responsable consigo mismo y con los demás, fomentar una mentalidad discerniente y selectiva, hacerle ver sus errores como experiencias y no etiquetarlo por ellos, enseñarle a manifestar sus emociones naturalmente sin reprimirlas y sin sentirse culpable por ellas, dejarlo experimentar las consecuencias de sus pensamientos, palabras y acciones para que pueda construir por si mismo los conceptos de lo que es correcto o inapropiado para su vida, demostrarle que el amor de sus padres no depende de lo que él haga o deje de hacer, que es incondicional, seguro y estable.
Educar realmente es permitirle que sea tal como él es, apoyarlo en el desarrollo de sus talentos y habilidades innatas, establecer un plan de estudios personal y único para cada individuo acorde con sus intereses, reducir los limites a normas elementales de convivencia y respeto y ampliar los horizontes de su mente para permitirle descubrir por si mismo todo lo demás: establecer sus propias normas, formar sus propias creencias a partir de la experiencia y no de la doctrina, expresar sus ideas y emociones sin parámetros preestablecidos, dejar que su propio organismo determine los alimentos que mejor le van a su metabolismo, las horas que debe dormir, la actividad necesaria para mantenerse en forma, cada cuerpo tiene su propio lenguaje y sabiduría y sabe mejor que nadie lo que le conviene.
La educación le niega al ser humano la experiencia de si mismo y la sustituye por la experiencia de otros convertida en teoría, normas, leyes, reglamentos, doctrinas, tabúes, códigos morales y demás condiciones para pertenecer a una sociedad a todas luces caótica, ese enfoque educativo es el que mantiene las cosas iguales, el que impide cambios radicales en la estructura de la humanidad, el que castra pensadores, silencia sabios y anula artistas, el que califica de locos a los cuerdos, el que ha desequilibrado el desarrollo integral del ser humano negándole la experiencia plena de su ser, encasillándolo en limites preestablecidos que fomentan lo material y anulan lo esencial.

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