En estos tiempos se habla mucho de la autoestima, la necesidad de todo ser humano por descubrir su propio valor y afianzarse en él para vivir seguro de su capacidad y fortaleza.
Se fomenta la búsqueda de valores propios en procura de reafirmar tu auto imagen y ponerle cimientos a la confianza en ti mismo, ¿Dónde buscas? Afuera de ti, en el cuerpo y la apariencia, en los bienes materiales, en la posición social, en los logros laborales o profesionales, en las capacidades, dones y talentos, buscas en la envoltura sin destapar el regalo.
Bajo ese empaque de cosas y apariencias se encuentra tu verdadero valor, un valor que no discrimina ni compite porque es común a todos, ciertamente en un mundo donde todo se compara y se mide hay posesiones, logros y circunstancias que nos hacen creer que al comparar salimos ganando o perdiendo en la competencia, si hay mayoría de puntos a favor la autoestima se engrandece, si hay mayoría de puntos en contra nos sentimos inferiores y reflejamos esto en un circulo vicioso de auto critica y subvaloración.
Si perdieras ahora todo lo que posees, si el mundo te retirara sus cimientos y te dejara sin piso, si te quedaras solo, aislado y sin ninguna referencia externa, ¿Dónde buscarías tu valor? Ya no podrías depender de la opinión ajena, de los halagos o de las comparaciones, entonces ¿En qué basarías tu autoestima? Ya no tendrías cosas que adornen tu cuerpo, resalten tu importancia y pregonen tu éxito ¿Qué queda de ti?
En lo que queda cuando el mundo desaparece es donde debes buscar, allí tu valor es permanente, no depende de nada ni de nadie, no se pierde con un revés de la suerte, ni tiene nada que ver con logros, triunfos, o posesiones, en esa aparente vacuidad residen los valores verdaderos, eternos e inalterables, los tesoros que nadie puede robarte, la verdadera grandeza, el poder real sin adornos ni referencias, lo que queda de ti cuando ya no hay cuerpo ni mundo para exhibirlo.
Lo que ves en los demás es lo que te juzga a ti mismo, si basas tu valor y el de los demás en lo efímero tu autoestima será un concepto variable moviéndose al vaivén de las circunstancias, un péndulo oscilando entre el punto más alto y el más bajo, inconstante y dependiente de tu percepción.
Por el contrario si aprendes a valorar lo valioso que hay en todos y cada uno, si ves en cada ser humano la mejor expresión de ti mismo, si buscas tu autoestima donde está realmente, ella será constante y reconocerá no solo tu propio valor sino el de todos los demás.
Diana Rodriguez Angulo
Se fomenta la búsqueda de valores propios en procura de reafirmar tu auto imagen y ponerle cimientos a la confianza en ti mismo, ¿Dónde buscas? Afuera de ti, en el cuerpo y la apariencia, en los bienes materiales, en la posición social, en los logros laborales o profesionales, en las capacidades, dones y talentos, buscas en la envoltura sin destapar el regalo.
Bajo ese empaque de cosas y apariencias se encuentra tu verdadero valor, un valor que no discrimina ni compite porque es común a todos, ciertamente en un mundo donde todo se compara y se mide hay posesiones, logros y circunstancias que nos hacen creer que al comparar salimos ganando o perdiendo en la competencia, si hay mayoría de puntos a favor la autoestima se engrandece, si hay mayoría de puntos en contra nos sentimos inferiores y reflejamos esto en un circulo vicioso de auto critica y subvaloración.
Si perdieras ahora todo lo que posees, si el mundo te retirara sus cimientos y te dejara sin piso, si te quedaras solo, aislado y sin ninguna referencia externa, ¿Dónde buscarías tu valor? Ya no podrías depender de la opinión ajena, de los halagos o de las comparaciones, entonces ¿En qué basarías tu autoestima? Ya no tendrías cosas que adornen tu cuerpo, resalten tu importancia y pregonen tu éxito ¿Qué queda de ti?
En lo que queda cuando el mundo desaparece es donde debes buscar, allí tu valor es permanente, no depende de nada ni de nadie, no se pierde con un revés de la suerte, ni tiene nada que ver con logros, triunfos, o posesiones, en esa aparente vacuidad residen los valores verdaderos, eternos e inalterables, los tesoros que nadie puede robarte, la verdadera grandeza, el poder real sin adornos ni referencias, lo que queda de ti cuando ya no hay cuerpo ni mundo para exhibirlo.
Lo que ves en los demás es lo que te juzga a ti mismo, si basas tu valor y el de los demás en lo efímero tu autoestima será un concepto variable moviéndose al vaivén de las circunstancias, un péndulo oscilando entre el punto más alto y el más bajo, inconstante y dependiente de tu percepción.
Por el contrario si aprendes a valorar lo valioso que hay en todos y cada uno, si ves en cada ser humano la mejor expresión de ti mismo, si buscas tu autoestima donde está realmente, ella será constante y reconocerá no solo tu propio valor sino el de todos los demás.
Diana Rodriguez Angulo
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