1/3/10

DESEAR

El deseo mueve al mundo, todo progreso social, intelectual, artístico y tecnológico ha surgido de la fuerza de un deseo y de su realización, pero también de él han nacido la guerra, la codicia, la violencia, la destrucción del planeta, la corrupción, el crimen y la desigualdad.
El deseo fundamental, del cual se desprenden todos los deseos, es el de ser especial, diferente y más o mejor que los demás; deseas cambiar lo que es, obtener algo, poseer a alguien, hacer algo que no has hecho, incluso algunas veces puedes desear que algo que ya pasó no hubiese sucedido, tal es el mecanismo del deseo; siempre busca modificar, mejorar o eliminar lo que ya es o fue.
Entonces el deseo se convierte en una competencia, pues para ser mejor tiene que haber alguien peor, para tener más alguien debe tener menos, para ganar alguien tiene que perder. Esta es la mentalidad del mundo y de ella surgen la envidia, los celos, la rivalidad, el miedo a los demás y a sus logros que parecen disminuirte.
El deseo es una fuerza poderosa cuando surge del impulso natural de crecimiento y realización, cuando apunta al logro del objetivo común de todos los seres: la felicidad, cuando busca forjar cambios que contribuyan a establecer las condiciones ideales de vida para cada ser humano y para todos a su alrededor.
El deseo mal enfocado te roba el momento presente pues lo convierte en un medio, siempre estarás esperando un hecho, un logro, un trabajo, una persona o lo que sea que desees, que te ofrezca por fin la oportunidad de ser feliz.
Suelta tus deseos al universo y no te apegues al resultado, no luches ni te resistas, deja la vida fluir con toda su perfección y te darás cuenta de que lo que deseas es una ínfima parte de todo lo que Dios desea para ti.
No te opongas con el capricho de que todas las cosas sean como tu quieres, la Voluntad de Dios es que seas feliz pero no a costa de la infelicidad o pérdida de otro, El sólo espera que recibas la paz y la dicha que rechazas pensando que las encontrarás en la realización de tus deseos, la única condición es que seas feliz y que no dependas para ello de nada externo.
El deseo es la ilusión de que tu propia fuerza te puede brindar una parte de un limitado tesoro destinado para unos pocos elegidos que deben competir por su consecución; el universo ofrece posibilidades ilimitadas, están disponibles para todos y no necesitan de tiempo para manifestarse.
No existe una condición especial en tu vida, en tu entorno o en tu situación vital que pueda brindarte la felicidad, no hay nada que debas hacer para alcanzarla, nadie la tiene para que se la quites, ninguna cosa la contiene, no hay un tiempo distinto al presente en el cual ella se encuentre, esa es la mentira con la cual el deseo te engaña y te priva de la única elección posible: aceptar tu regalo ahora mismo, abrir el corazón agradecido para recibir lo que Dios ha dispuesto que tengas en este mismo instante.
Y desde este estado de felicidad y confianza, tu vida comenzará a fluir sin esfuerzo, veras milagros ocurrir en ti y a tu alrededor, ellos darán testimonio de tu elección y del poder y la fortaleza que hay en ella.

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